El término Horóscopo proviene de los términos griegos “ὥρα” (hora) y “σκοπέω” (examinar) y se refiere a la observación de la posición relativa de los astros en el firmamento en el lugar y el momento del nacimiento de una persona. Existen desde tiempos inmemoriales diversos horóscopos que surgieron en las distintas grandes civilizaciones, a pesar de estar alejadas entre sí y no haber tenido ningún contacto. Se han encontrado marcas prehistóricas de hace más de 25 milenios que representan las fase de la luna y ya los sumerios hacia el año 6000 a.C. dejaron constancia escrita de sus observaciones del firmamento. Las primeras predicciones acerca del futuro de las personas basadas en la astrología datan de hace más de tres mil años.
Vamos a conocer un poco mejor la historia del horóscopo que estamos habituados a utilizar, el horóscopo occidental, basado en las doce constelaciones del zodiaco. La palabra “zodiaco” proviene del griego “zoodiakos” y quiere decir “rueda o camino de los animales”, ya que representa el paso del sol por cada una de las constelaciones, siendo la mayoría constelaciones de animales. Estas son las constelaciones que dividen el ecuador celeste en doce regiones más o menos iguales. En orden son: Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpio, Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis. Estos signos a su vez pueden ser femeninos o masculinos (Aries es masculino y van alternando hasta llegar al último femenino, Piscis). Agrupados de tres en tres (triplicidades), los signos serían de fuego, tierra, aire y agua siguiendo ese orden. Por último, agrupados de cuatro en cuatro (cuadruplicidades) serían cardinales, fijos o mutables, de nuevo en orden.
Para la elaboración del horóscopo de una persona hacen falta la fecha, hora y lugar del nacimiento. Mediante fórmulas matemáticas y tablas se calcula tanto la posición de los astros en el firmamento como las de las casas astrológicas, tomando como referencia el lugar y hora concretos del nacimiento, con lo que ya se podría elaborar una carta astral que nos definiría los rasgos astrológicos de ese individuo. Una carta astral posee muchísima información de utilidad. Una de sus principales características es el signo zodiacal o solar que es aquel en el que aparece el sol en la carta astral. Es al que, simplificando, uno se refiere cuando habla de qué signo del zodiaco es, y es aquel en el que uno debe fijarse a la hora de saber las predicciones del horóscopo.
Otra información de interés ya mucho más concreta para cada persona es la referente a la posición de los astros en cada una de las casas y la de los astros entre sí. Las casas, su regente y el ámbito al que afectan son: Primera – Marte (personalidad), Segunda – Venus (finanzas), Tercera – Mercurio (comunicación), Cuarta – Luna (familia), Quinta – Sol (placer), Sexta – Mercurio (salud), Séptima – Venus (sociedad), Octava – Plutón (sexo y cambio), Novena – Júpiter (cultura), Décima – Saturno (estatus social), Undécima – Urano (amigos) y Duodécima – Neptuno (espiritualidad). La posición de cada astro dentro de las casas y los ángulos que éstos forman entre sí nos permitirá conocer con todo detalle las características de cada persona.